A lo largo de 13 años de uso hay muchas experiencias vividas con el carro. Haré acá una lista para que pueda ser utilizada por quien necesite un dato referencial en su experiencia propia.
Ocurrencias de desperfectos:
Bomba de gasolina. Este desperfecto puede ser un poco lento de diagnosticar puesto que va quedando como una de las opciones por descarte cuando está probados la batería, sistema de ignición y sistema eléctrico en general y el nivel de gasolina.
Luz indicadora de bajo nivel de gasolina. De un momento a otro esta luz indicadora en el tablero dejó de funcionar. Esto estuvo asociado a la falla que dio la bomba de gasolina posteriormente.
Bobina de un par de los cilindros. El motor tiene dos bobinas. Un día, fortuitamente, el carro se puso sumamente chancho y al llevarlo al taller detectaron que una de las bobinas había dejado de funcionar.
Amortiguadores posteriores. En una de las revisiones rutinarias de la suspensión se detectó que los amortiguadores ya necesitaban cambio.
Amortiguadores delanteros. En una de las revisiones de la suspensión se detectó que uno de los amortiguadores estaba vencido. Los huecos y los rompemuelles de Lima son asesinos de la suspensión de los autos. Además un poco de mala suerte puede hacer que un mal paso echen a perder un amortiguador sea nuevo o tenga ya su recorrido.
Tablero de la consola. Este sí que fue un problema de fábrica de los Accent. Irremediablemente con el paso de los años el tablero se iría agrietando.
Anillos y motor. Un recorrido de muchas decenas de miles de kilómetros implican necesariamente desgaste del motor. Por tanto, tuve que hace en algún momento la bajada correspondiente. Una señal de que algo debería hacerse era el excesivo humo y el alto consumo de aceite que tenía el carro. Qué duda cabe que esta fue la reparación más seria que tuvo el auto en sus más de 250,000 kilómetros.
Tubo de escape. En algún momento comencé a escuchar un ruido medio carcochiento. Era el típico indicador de que el tubo de escape tenía un escape. Tuvo que aplicarse la soldadura respectiva.
Arrancador. Un día queriendo salir de la cochera el carro no arrancaba. Así, de un día para otro. Descartado el tema de la batería el hábil electricista llegó a que el arrancador era la falla. Tras el desmontaje, diagnosticó que debería hacerse un rebobinado.
Alternador. Un día, de buenas a primeras, la luz de batería en el tablero no prendía. Sin hacer yo caso a tal situación circulé ese día y el siguiente. Si no mal recuerdo, al tercer día, regresando de almorzar se apagó el reloj y el radio y el carro se puso extremadamente chancho pero no se apagó. Al ir al taller revisaron la batería (que era nueva) y midieron que sólo tenía ¡6 voltios! Se había estado descargando salvajemente sin que el alternador la recargara. La reparación incluyó el cambio de carbones en el alternador.
Limpiaparabrisas delanteros. Con el paso del tiempo el movimiento de los limpiaparabrisas se hacía más penoso hasta que un día ya no funcionaban. El motorcito estaba bien pero algún componente debía ser cambiado, no recuerdo si carbones.
Embrague. Llegó el momento en que la primera o segunda entraban con dificultad. Esto sólo requirió regulación y el movimiento fluido de la palanca de cambios regresó.
Inyectores. Leo muchas veces que algunos choferes dicen que en el taller les recomendaron limpiar los inyectores o ellos mismos quieren limpiarlos seguidamente. En mi caso, a lo largo de trece años sólo una vez la luz de CHECK IN se prendió repetitivamente. La limpieza de los inyectores arregló el asunto.
Fusibles. Normalemente la detección de fallas en un fusible es rápida. A mi me sucedió un comportamiento extraño con uno de los faros. A veces en alguna parada inmediata el faro se apagaba y con el arranque se volvía a prender. Resulta que el fusible respectivo tenía una ligera rajadura que hacía que en momentos de cambio estado interrumpiera el flujo de corriente.
Soquetes. Con el uso, los soquetes, sobretodo de los faros posteriores, se fueron chamuscando. En cierto momento hubo que cambiarlos.
Interruptor de pedal de freno. Un día dejé estacionado el auto y quedaron las luces de freno prendidas. No estaba ningún interruptor de luces encendido. Como no tuve tiempo de ir al taller por varios días lo que hacía yo era, al bajar, sacar el fusible correspondiente, y al regresar, retornarlo. Cuando fui al taller lo que detectaron era que el interruptor de freno se había quedado pegado. Una pequeña regulación bastó para susbsanar la falla.
Jebes de tapa de maletera. Con el uso rutinario y la limpieza algunos jebecillos en la tapa de la maletera se aflojan y se salen.
Parlantes posteriores. Uno de los parlantes posteriores luego del uso continuado acusó problemas. El cono ya no funcionaba bien. Simplemente remplazo: acá llegaron los venerables JBL.
Manguera para líquido limpiaparabrisas. La manguerita esta sale del depósito de agua que está delante y sube por el capot. Encontré en un momento dato que se había roto justamente en el trayecto por el capot.
Interruptor de la puerta izquierda para encendido de luz interior. Dejó de funcionar simplemente. El técnico inhábil tendió un cable nuevo pero no solucionó bien el problema porque una puerta al abrirse encendía la luz interior pero no activaba la luz del tablero que indicaba puerta abierta. Con la otra puerta pasaba lo inverso: sí activaba la luz del tablero pero no encendía la luz interior. Esto lo dejé ahí nomás.
Manija externa de puerta izquierda. El uso hizo que la manija se rompiera en un momento dado. La solución era buscar el remplazo que es barato.
Luces iluminantes de placa. Los foquitos que iluminan la placa posterior terminan quemándose al término de su vida útil.
Bomba de agua. La bomba de agua y cañería adjunta terminan oxidándose. Simple cambio.
Ocurrencias de robos:
Llanta. En alguna época yo creí que a mi carro no le pasaría nada. Por eso lo dejaba en la puerta de mi casa, en la calle. Pero un día al salir de noche a meterlo en la cochera vi que uno de los lados estaba sobre el suelo. Se habían llevado sin asco la llanta posterior derecha.
Radiador. Un sábado dejé el auto estacionado en la calle que da a la primera cuadra de Olguín en Surco. Al regresar sentí que algo había pasado. Vi el capot abierto y al subirlo me di con la sorpresa de que el radiador y los faros habían desaparecido. Para quitar el radiador las mangueras había sido cortadas y de este modo el radiador quedaba a disposición fácilmente. Como el auto no podría circular por mucho tiempo sin radiador busqué una cochera cercana y lo dejé ahí. Venía ahora la búsqueda del remplazo. Como Hyundai no tenía en stock quedaba como alternativa mandar a hacer uno o buscar uno de segunda. Esto es lo que hice, y en una tienda en la Av. México, cerca a Parinacochas, encontré uno. A este tuvieron que adecuarle los conectores eléctricos para que les hicieran a los conectores del lado del carro. Lo extravagante fue que en el taller colocaron la polaridad al revés. Así el auto estuvo semanas caminando, pero en situaciones extremas, como la ida a Cieneguilla el motor recalentaba. Finalmente en otro taller detectaron la polaridad invertida y corrigieron el entuerto.
Faros delanteros. Como decía en el párrafo anterior los faros fueron robados. Esto a pesar de los seguros de metal. Luego de la reposición tuve un segundo robo. Después de esto conseguí unos faros falsos, es decir, faros con micas hechos para Nissan, que más o menos quedaban para el Accent. No volví a pensar en faros originales porque no quería tener una tercera robada de faros.
Luna del espejo izquierdo. Fue robado en oportunidad diferente en la Av. Olguin (Surco), al costado del Jockey Plaza.
Logotipo del capot. Pensaba que sería el colmo que me robaran el logotipo pero pasó también. Lo compré en Hyundai a S/. 16. Antes había ido a ver en la Av. México a cuánto lo vendían los informales, amigos de los choros y resulta que lo hacían más caro: ¡A S/. 30! ¡Plop!
Tapa en la maletera. Este es la historia de un olvido tonto. Resulta que fui al Jockey Plaza a comprar un minirefrigerador y me lo llevé en la maletera, sacando la tapa que tienen los hatchbacks. Resulta que me llevé el aparato y me olvidé de la tapa en el suelo en el estacionamiento del centro comercial. Al darme cuenta regresé con la esperanza de encontrarla donde me había estacionado pero no estaba. Fui a la oficina del centro comercial donde deberían ser reportados los objetos encontrados pero no había rastros. Así que me quedé sin la tapa que sirve para ocultar el contenido de la maletera y para la acústica. Finalmente en una tienda en la Av. México me vendieron una de segunda.
Antena. Alguna vez algún chiquillo travieso estuvo jugando con la antena y la dobló un poco. Al salir de un restaurante lo grité para que se alejara ("¿Qué haces carajo?"). Pero otra vez pasó, en otro lado, que simplemente la quebraron sin asco. Conseguí en la Av. Iquitos en una tienda de esquina un modelo que le hiciera. Allí mismo la instalaron.
Ocurrencias de accidentes e incidentes:
Parte lateral posterior izquierda incluyendo tapa de gasolina y parte del faro trasero. Este fue el accidente más grave que tuve con este automóvil. Sucedió en la Carretera Central, en la zona de Ricardo Palma, cuando un microbús invadió mi pista en sentido contrario. Como vi que se me venía como una tromba me desvié hacia la derecha, vía auxiliar. De todos modos me dio en la parte lateral posterior pero el carro que venía detrás mio fue impactado de lleno quedando destruido.
Parte lateral posterior derecha. Algún usuario de estacionamiento debe haber causado esa hendidura seria al abrir una puerta de su propio auto.
Parte inferior derecha del chasis. En algún momento al retroceder me subí a un montículo que marcó ligeramente la plancha inferior.
Parachoque posterior. Siempre hay conductores a los que se le puede ir un poquito el carro y toquecitos son rutinarios en Lima. Pero alguna vez un toque seco y fuerte hundió un poco el parachoques posterior.
Timón. Cierta vez compré las 4 llantas en una casa en la Av. Canadá. Aprovechando el asunto el técnico le haría una alineación y cierto mantenimiento a la suspensión (que incluía la puesta a punto de la cremallera de la dirección). El hecho es que este tipo no sé por qué levantó el timón y no lo pudo colocar más como originalmente vino de fábrica. Recuerdo que el timón trababa a ambos lados pero después del infeliz servicio del técnico ya no era sí. Por eso mi recomendación es que para manipular el timón se haga en la casa comercial exclusivamente o en talleres con experiencia en el modelo a tratar.
Faro trasero derecho. Debe haber sido algún mototaxista loco que se estrelló marcando la mica.
Alerón. Un motociclista de reparto loco fue a dar contra el spoiler haciedo una marca evidente.
Asillas laterales en el asiento posterior. El Accent de tres puertas tenía a cada lado interno una asilla que no sé hasta ahora para qué servía. No falta algún pasajero que no tiene nada que agarrarse comienza a manipular y termina rompiendo el plastiquito.
Tanque de gasolina. En uno de esos recorridos agresivos, tal vez rumbo a Churín, el tanque de gasolina debe haber sido rozado por una piedra filuda que lo agujereó. Esto fue teniendo el auto casi nuevo. Resulta que se sentía un olor a gasolina al arrancar en la mañana. La reparación fue muy sencilla: vaciaron el tanque y le aplicaron Soldimix.
Parabrisas. El azar hace su parte. Un camión delante mio pisó una piedrita y esta saltó yendo a dar directamente a mi parabrisas. Le produjo una rajadura de unos 8 centímetros.
Faja de distribución. Bajando del cerro de La Molina-Surco hacia Surco el acelerador no me respondía. Así que luego de que se me apagó el carro en el grifo tuve que llamar a una grúa. Lo que ocasionó el desperfecto fue la rotura de la faja de distribución, falla seria que en realidad nunca debería suceder porque en un taller responsable siempre deben estar al tanto del kilometraje de servicio de la importante faja. Lo peor es que la rotura implica el cambio de las válvulas del motor pues estas se doblan. Pero esto no me ocurrió solo esa vez. Me pasó una segunda cuando la faja se suponía estaba en su plena vigencia. Recomendación resultante: llevar un control estricto de la fecha/kilometraje cuando se coloca una faja nueva. Además no escatimar en el gasto buscando una de marca de primera.
Cuasi-atropello de niña. Circulando con mi pareja por una calle de Pueblo Libre a baja velocidad se aparece (de entre los carros estacionados) de pronto una niña y queda enfrente del auto. Freno de inmediato y la niña cae sentada en la pista muy asustada. Yo por supuesto aún estoy con el corazón en la boca y bajo a ver cómo está. Más allá viene su madre con sus otros hijos y los curiosos que están en la cancha deportiva también se acercan. Subimos los implicados a mi carro y nos vamos de inmediato al Hospital Rebagliati. A la niña el médico la revisa y ve que no tiene nada dándole tan sólo algunos analgésicos. Mientras yo iba a pagar la cuenta a caja un policía conversaba con la mamá. Finalmente nos retiramos del hospital y llevo a la niña y su familia a su casa. Nos despedimos y días después llamo para ver cómo se siente la chiquita. Todo bien.
Orden de captura. Meses después yendo a trabajar de mañana un patrullero me detiene diciéndome que tengo orden de captura. Averiguando de qué se trata me dicen que fue por un "accidente y fuga". Se referían al accidente anteriormente narrado. ¿Pero fuga? Ya en la comisaría pido explicaciones y veo que el incompetente policía en el hospital había "concluído" que yo me había escapado cuando en realidad estaba cancelando en caja. Entonces elaboro una carta notarial y llamo a la madre de la niña aquella y le explico la situación. Acude sin problemas conmigo a la notaría y firma su conformidad respecto a mi proceder el día del accidente "no teniendo nada que reclamar". Con esta carta regreso a la comisaría y se cierra el caso.
Citación al juzgado. A raíz del accidente que tuve en Ricardo Palma recibí una citación en mi casa "en calidad de testigo". Fui a la citación. Aparentemente ahí terminó mi participación. No recibí resarcimiento alguno porque el juicio es entre el principal afectado y el microbús asesino. Luego del accidente, el chofer del microbús, que consignaba su domicilio en Huarochirí, no dio cara y ya ni respondía mis llamadas. Abandoné el caso.
jueves, 26 de agosto de 2010
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